Todos los animales que llegan al refugio ha sido víctimas de abandono, maltrato y agresión, por su situación de calle, vejez, golpes, fracturas, atropellos, violación, envenenamiento, enfermedad y desnutrición.        

Por principio no recibimos animales que sus dueños quieran abandonar o digan que no los pueden tener.  El cupo total del refugio está dado por el número de animales que podemos consentir supervisar y mantener.

Asumimos los gastos y en contadas ocasiones pedimos ayuda.  Para terminar, el desgaste emocional, físico y económico es inmenso, no lo compensa ningún dinero. Con tanta angustia y necesidades de dinero, vivimos como se dice aquí en Colombia “Saltando matones” y expuestos a miles de problemas.  Esto es una vocación y una locura.  Durante años hemos sufrido con cada herida, abandono, muerte y enfermedad de los perritos, sumémosle a esto el déficit permanente de dinero, angustia diaria de todo refugio en Colombia. 

Si bien es cierto antes de la pandemia con dificultad afrontábamos los problemas, hoy en día por la crisis económica derivada de la pandemia y agravada por el paro nacional, es imposible. No existen medios para cubrir los gastos de alimentación, mantenimiento, gastos médicos veterinarios e imprevistos.

Por todo lo expuesto nos vemos en la penosa situación de acudir a las donaciones.  Necesitamos tener los fondos necesarios para comprar concentrado para los próximos 4 meses, esperando la reactivación de la economía.


Ayúdanos a cumplir la meta; Bigotes, Toña, Lucas, Martín, Lulú, Estrella, Nena, Higuerón, Magola, Negra, Blanquita, Condesa, Pelusa, Magú, Minie, Juanito y muchos otros se lo van a agradecer.